jueves, 19 de septiembre de 2013

Back on track

Sepa disculpar el lector la falta de posteos.

Luego de la ida del abuelo no tenía muchas ganas de sentarme a escribir o de pensar mucho. Fue un momento bastante pedorro, sobre todo para mi vieja. Ella fue, junto a su mamá y una prima, la que estuvo al lado de él en todo momento desde que empezó esto, y haber tenido que presenciar el deterioro así de un ser querido la verdad la tenía destrozada. Hoy la veo un poco más relajada, lamentablemente uno termina aceptando que es "para mejor" el que ya no estén, aunque no se deja de extrañar al otro.

La vida sigue y nosotros tenemos que seguir, ¿qué remedio?

Preferí dejar pasar un tiempo para no caer en el posteo de cosas grises y tristes, y creo que fue para bien. Ya no se ven tantas nubes en el panorama y se puede retomar el camino, y hacerse mala sangre -o no- por las mismas cosas de siempre.

Vinieron siendo unos meses de acumulación de malas ondas, pero ya puedo ver un poco el azul del cielo nuevamente.

Volviendo a la rutina.

Hola a todos :)

viernes, 6 de septiembre de 2013

Time to say goodbye

Mi abuelo y yo no tuvimos la típica relación abuelo/nieta que se ve en las películas, ni cerca. No porque él haya sido una mala persona ni nada por el estilo, simplemente que las circunstancias de la vida nos tenían un tanto lejos. Así y todo, era mi abuelo, y yo lo quería mucho. Es el único abuelo del que tengo algún recuerdo, ya que los papás de mi viejo murieron hace tiempo. Mi abuelo paterno murió cuando yo era muy pequeña y sólo tengo uno o dos flashes de él guardados en mi memoria.

Mis abuelos maternos vivieron gran parte de su vida allá donde nacieron y habían vivido toda su vida, en Montevideo. La mayoría de mis vacaciones de infancia consistieron en ir a esa casa donde tenía varias amistades. Esos viajes siempre me gustaron mucho, no sólo porque siempre adoré irme de vacaciones, sino porque visitar a mis abuelos siempre me gustó mucho. La casa era muy bonita, llena de plantas, tenía un huerto en el frente donde hasta había una planta enorme de zapallos que en verano se llenaba de vaquitas de san antonio y otros bichitos igual de lindos. Recuerdo que la habitación donde dormíamos con mi hermano cuando íbamos de visita tenía camas cuchetas, yo dormía arriba pero con esas maderas que te traban porque si mal no recuerdo, una vez me caí. Nos encantaba ir de compras a un hipermercado que tenía muchos juguetes, en uno de esos viajes me acuerdo que me regalaron un juego de mesa de "La Sirenita". Estaba re bueno ese juego.

El viejo siempre fue un tanto loquito, pero para bien. Le gustaba gritar cuando iba al supermercado, cosa que la ponía re loca a mi abuela, pero a mi me causaba mucha gracia. A veces le seguía la corriente y me ponía a hacer ruidos yo también. En los colectivos, se ponía a hablar sólo o con otras personas en un idioma que se le ocurría en el momento, para sorpresa de sus acompañantes de asiento, que se lo quedaban mirando como creyendo que el tipo se había escapado de algún manicomio. Con el correr de los años y cuando mi vieja empezó a ver que la salud ya no era la de siempre, decidieron venirse a vivir a Buenos Aires, para que los tenga ella más cerca por si necesitaban algo. Atrás quedaron esos viajes, y supongo que eso también influyó en su salud, pues a pesar de las buenas intenciones de mamá creo que siempre se extraña el lugar donde uno ha crecido. A pesar de que acá estaban bien, sé que siempre extrañó su lugar. Pero encontró cosas que le gustaban hacer. Tenía un banco de la plaza que queda acá cerquita ya prácticamente reservado para él, donde adoraba ir después de comer a tirarle pancito y maíz a las palomas y cotorritas. Y también le gustaba mucho jugar al truco, actividad que hacía todos los días en un centro de jubilados del barrio, hasta que ya no pudo ir más.

Lamentaré siempre que sus últimos días no hayan sido tranquilos como él se merecía. Su salud desmejoró muchísimo y pasó casi tres semanas internado en un sanatorio, donde se iba deteriorando de a poquito. Pero sí me quedo tranquila de que se fue mientras dormía, con ayuda de algunos calmantes, así que sé que no sufrió en sus últimos minutos.

Me gusta creer que va a ir a un lugar lleno de verde, donde siempre sale el sol, lleno de pajaritos y cotorritas a los que darles miguitas de pan cada día. También voy a mentalizarme en que mi perrita Atena lo va a ir a buscar para acostarse a sus pies, algo que le gustaba mucho cuando él venía de visita. Mi perra lo quería mucho, y sé que él la quería mucho también.


Un abrazo, viejito. Espero que llegues pronto a ese lugar tan bonito donde te merecés estar.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Literario

Siempre fui de leer más que nada novelas fantásticas, no les voy a mentir. Últimamente quería variar un poco mi "cerradez", por así decirle, y empecé a husmear entre otros géneros a ver qué cosas me encontraba.

En cuanto a los policiales, las películas siempre me gustaron mucho. La verdad que libros de ese estilo no he leído tantos, así que me decidí a darles una oportunidad. Entre los que vengo adquiriendo me traje este, que además tiene unos tintes de romance que no le quedan nada mal a la historia.

Esta novela es una continuación de "Escondido en tu mirada" (libro que aun me debo), donde hay una conexión entre los personajes y la historia de ambos libros. En este, un asesinato pone en duda el encarcelamiento de un hombre condenado a muerte, ya que ambos crímenes presentan características muy similares.

El detective Kellerman, quien había puesto tras las rejas a este hombre en cuestión, de pronto se encuentra en un problema: ¿se habría equivocado de asesino? ¿Habría enviado a la cárcel por tantos años a un hombre inocente? ¿Estará a punto de ser ejecutada la persona equivocada? Esas son las preguntas que se irán develando en esta nueva novela. A esto le sumamos unas notitas de romance (y de erotismo), ya que en el medio de la nueva investigación surgirá un romance que llevaba años gestándose.

La versad la novela está buena, me gustó mucho la forma en que está escrita ya que te engancha y no cae la historia en ningún momento. El final me sorprendió bastante, hay cosas que no te las esperás, así que punto para la autora por la sorpresa que te genera. Leyendo reseñas por internet sí estoy de acuerdo en que este libro apunta más bien a un público femenino, si bien la trama real es la búsqueda de este asesino, no puedo negar que como mujer tal vez la parte romántica me enganchó de una forma que quizá a un hombre no engancharía. De todos modos me resultó un policial entretenido, lejos de ser como los grandes escritores del género, no se le puede quitar mérito a este.

Algo que me llamó la atención es que la escritora es argentina, usa este pseudónimo - Sienna Anderson - para escribir sus novelas policiales pero también escribe novelas románticas, eróticas y negras bajo 4 pseudónimos diferentes. Su nombre verdadero es Andrea Yungblunt, y publicó su primer libro en 2007. ¡Habrá que leer algo más de la muchacha!