domingo, 25 de agosto de 2013

Huellitas de la calle

Hace unos años, en uno de esos domingos de partido de Mundial, estaba saliendo de la casa de mi novio para ir a comprar algo para cocinar en la esquina y escuché unos llantitos que venían de una caja. Cuando me acerco me encontré con tres cachorritos, muy bebés, que ni siquiera tenían los ojos abiertos, abandonados en una caja con un trapito roñoso que no les servía ni para cubrirse del frío. No podía dejarlos ahí, aunque sabía que mi vieja me iba a matar cuando me apareciera con la caja en casa. Pero ya tendría tiempo para preocuparme de eso.
Fueron unos primeros días de mamaderas controladas a reloj, algodoncitos húmedos para incitar a hacer caquita solos, cambio y recambio de botellas y bolsas de agua caliente para mantenerlos calentitos. En el medio, de publicar en el facebook con mucha desesperación buscando a ver si conseguía un hogar de tránsito o adoptantes, porque mi vieja no estaba muy contenta con mi decisión y yo no los iba a volver a dejar en la calle, por más gritos en el cielo que ella pusiera. No les voy a mentir que fue fácil, pasé horas publicando por todos lados y buscando una mano en cuanto sitio bichero veía. Por suerte, a poco más de una semana encontré una familia de gran corazón en recoleta que los tomó en tránsito. Lamentablemente uno de los cachis murió, era el más débil de los hermanitos. Los otros dos crecieron con fuerza y con el tiempo fueron adoptados. Primero el machito, que hoy se llama Maxi y lo tiene una chica que conocía a esta familia, y la hembrita, que se llama Clotilde, hoy vive con su maravillosa mamá humana que la llena de amor.
Todo esto que les cuento no es para que me feliciten ni digan cosas como "ay que buena persona", sino para demostrar un punto: querer es poder. Gracias a muchas personas increíbles que me crucé en el momento justo, estos dos pichis hoy tienen familias que los adoran y cuidan, dejando atrás un pasado de frío en una caja sucia en el medio de zona sur.
Sé que es difícil que las cosas se den rápido, pero nada es imposible. Cuando hay un animal que lo necesita, no hay que seguir de largo, todo ayuda. Desde una pequeña caricia para que sientan un poco de amor de vez en cuando, hasta un plato de comida, un abrigo o una cucha para el invierno, o levantarlos para darles atención médica y conseguirles un hogar.
Hay muchos animales en la calle, muchísimos, y no es tan fácil ubicarlos a todos. Pero la cuestión es que cuando hay voluntad y ganas, se puede. Yo pude en su momento con estos, pude con otros más que he levantado, y sé de cientos de personas que a diario hacen lo imposible por ayudar a cuanto animal pueden. Además que también existen otras opciones, refugios (aunque muchos están llenísimos y no les alcanza el lugar para agarrarlos a todos) o pensionados.
No hay que seguir de largo. No hay que ignorarlos, cuando hay una pequeña posibilidad de salir adelante.
Quizá su destino haya sido cruzarse en nuestro camino, para que les prestemos nuestra voz y los ayudemos a conseguir lo que ellos piden con la mirada y no consiguen.
¿Hay algo más hermoso que hacer feliz a un animal? ¿Algo tan lindo como verlos crecer rodeados de afecto, cuando sabemos lo difícil que fue su pasado?
Sí, cuesta. A veces es más fácil, a veces más complicado... Pero sí que vale la pena, ¡y mucho!

Cloti hoy, con su mamá, Mariana.

sábado, 24 de agosto de 2013

Laborales

Siguiendo un poco con la temática del post de Bella, quería comentar un par de cositas acerca de los que trabajamos de este modo, porque a veces me da la sensación de que la gente no entiende o se hace la otaria.

 
Sí, freelance. Como ya deben saber significa que uno es autónomo y no depende necesariamente de otro para hacer su trabajo, o no necesita ir a una oficina y demás.
Claro, gastos de viático ya no tenemos, ni lo pesado de tener que salir a tomarse colectivos o subtes lejos de casa a lugares atestados de gente que ya de sólo pensarlo te estresan, ni hay que aguantarse un jefe que te rompe las carótidas o compañeros de oficina hipócritas que te vienen a molestar.
Pero eso no significa que el trabajo sea barato.
 
Mi caso, por ejemplo: pago monotributo, ingresos brutos y la matrícula para poder ejercer. ¡También pago mi obra social! Mi trabajo lo hago en tiempo y forma, no me gusta ser irresponsable, entrego lo que me piden a tiempo y muchas veces demanda muchas horas, más cuando tengo que ir a hacer un relevamiento y tomar medidas de locales que no tienen ni un pequeño plano en qué apoyarme. TODO eso se tiene que contemplar a la hora de mirar un presupuesto de un freelance, antes de decirle "Che, ¿no es mucho?".
 
¿Mucho? Sí, mucho es lo que gasto y mucho es lo que hay en juego. Hay que mirar un poquito más allá antes de decir ciertas cosas y pecar de ratón.

jueves, 15 de agosto de 2013

Literario

En una de mis idas a la librería, agarré el libro nuevo de Dan Brown que se está promocionando tanto ("Inferno"), y mientras me acercaba a la caja caí en la cuenta de que me había salteado uno. Hace un tiempo había salido "El símbolo perdido" y aun no lo había leído. Así que me di media vuelta, dejé Inferno y busqué el otro. Por suerte tenían un par de esos, así que me traje uno conmigo.

El escritor de bestsellers como "El Código da Vinci" o "Ángeles y demonios", en esta ocasión nos trae nuevamente las aventuras del profesor Robert Langdon, especialista en simbología, quien se verá atrapado en la historia de los masones. Un buen amigo suyo que pertenece a esa orden, Peter Salomon, está en peligro, y en sus manos puede estar la forma de salvarlo y salvar también un secreto que los masones guardan hace miles de años: un secreto que se revelará solamente cuando la humanidad esté preparada para conocerlo.

El libro la verdad que está muy bueno. Dan Brown tiene ese don para escribir novelas atrapantes que te las lees enseguida, muy bien armado, muy buena historia, al menos de los tres libros que ya leí me deja siempre esa sensación. Esta historia empieza con todo, va siempre pum para arriba, y lo único que quizá noté es que al final hay algo raro. Para no quemar nada, hay unos personajes que están por perder la vida pero cuando las cosas se resuelven como que de pronto CHAF, están como nuevos y ya felices como si nada hubiera pasado. Y no es que entre una cosa y la otra pasaron semanas ni nada, es todo como muy seguido, y no me convenció esa parte de la resolución del problema. Fuera de eso, es un muy buen libro, me dejó muy satisfecha y con ganas de leer Inferno en algún momento. Lo que sí, sigo pensando que Tom Hanks no fue una buena elección para encarnar al profesor Langdon. Mientras leía este no sentía una conexión entre el actor y el personaje. Todo bien con Tom, pero la verdad que al menos en este caso no me cierra.

El libro tiene un montón de datitos que interesantes, y uno de los que más me gustaron fue este:
"Langdon se había visto obligado a llevar corbata seis días a la semana cuando estudiaba en la Academia Phillips Exeter, y a pesar de que el romántico director aseguraba que su origen se remontaba a la fascalia de seda que llevaban los oradores romanos para calentar sus cuerdas vocales, Langdon sabía que, etimológicamente, el término corbata en realidad derivaba de una despiadada banda de mercenarios *croatas* que se ponían pañuelos en el cuello antes de la batalla. Hoy en día, este antiguo atuendo de guerra lo seguían llevando los modernos guerreros de las oficinas con la esperanza de intimidar a sus enemigos en las batallas diarias del salón de reuniones".

viernes, 9 de agosto de 2013

¿Sincericidio?

El tiempo y los vientos de cambio van haciendo que esas cosas que te molestaban, ya no jodan tanto. "El tiempo todo lo puede", gran verdad que sigo poniendo a prueba, y sigue funcionando.

Siempre me jorobó un poco el tema de tener problemas con la gente en general. Cuando era más chica era re goma, y me dejaba pisotear por cualquiera. Si me pongo hoy a mirar para atrás, encuentro varias situaciones de mis años jóvenes que si pudiera hoy reencontrarme con mi yo de aquella época, me daría a mi misma un sacudón y me cachetearía un poco. ¡Qué manera de dejar pasar todo! Era la típica buenuda que estaba siempre para todos, aun cuando la gente conmigo no era igual ni en pedo. Aun cuando en mi propia cara me boludeaban, yo seguía estando.

Con el correr de los años medio que se dio vuelta un poco todo, y ahora no me banco que me boludeen. Ya fue, fueron muchos años siendo la tarada que estaba para el mundo, ahora no soporto que me jodan. Yo no jodo a nadie, no voy por la vida pisando cabezas, no me gusta competir (algo que es MUY de mujeres en general), no soy jodida por ese lado. Pero sí coseché una personalidad fuerte que no a todo el mundo le gusta. Soy muy sincera y no tengo pelos en la lengua, y a la hora de la verdad a la mayoría de la gente le gusta disfrazar las cosas. Yo no. Digo lo que pienso, y no medito antes de decirlo. ¿Está mal, está bien? No sé, pero así soy. ¿Te gusta? Perfecto, acá estoy, y si nos caemos bien mutuamente puedo ser una amiga estupenda con la que podés contar siempre. ¿No te gusta? Bueno, no me jodas y seguí de largo, no te necesito.

El tiempo se está cobrando personas que se van, y la verdad es que hasta hace unos meses era algo que me estaba jodiendo. Pero el mismo tiempo está atrayendo nuevas cosas, fortaleciendo otras, y la verdad es que me estoy olvidando de la mala onda de la gente que no vale la pena.

Creo firmemente que el cambiar la "mala cara" depende de la predisposición de cada uno. Cuando me enfrenté a todas esas cosas estaba predispuesta a estar mal. Me sentí deprimida un tiempo, hubo semanas en que realmente no quería hacer nada. Pero, con un poco de ayuda del entorno mismo, me aburrí de ponerme mal por personas que no valen la pena, y por cosas que no puedo controlar.

Hoy puedo decir que me siento mucho mejor. Y que estoy contenta por las cosas que están pasando y que van a pasar, y que tengo ganas de seguir aprendiendo y mutando. ¿Los que se quieren ir? Que se vayan, la verdad es que si no me aportan nada positivo a la vida, no los voy a extrañar tampoco. A los demás: acá estoy. Gracias por seguir estando, o por aparecer.